¿QUÉ ES EL HOMBRE? ¿DÓNDE NOS ENCONTRAMOS?

 ÉSTA ES LA GRAN VERDAD.

 

Domingo 26 de mayo de 2002

 

E

l hombre, que tanto se preocupa en desentrañar los innumerables misterios que la vida cotidiana le depara, olvida casi siempre que el primer misterio a desvelar es el de su propia existencia, su origen y su destino. Pero la primera pregunta que debería hacerse es ésta: ¿Qué es el hombre?


            Esta pregunta encierra un tema inagotable y permanente ligado a la entera vida del hombre que lleva implícita una doble demanda:

 

            ¿De dónde viene?

 

            ¿A dónde va?

 

            Entre estos dos polos, el origen y el destino final, gravita toda la existencia y toda la razón del ser humano.

 

            Sólo el que llega a descifrar este enigma puede darse cuenta del sublime ideal hacia el que apunta su existencia. Y el que no comprende que este es el objeto de la vida, forzosamente ha de llevar una vida rutinaria e inútil. Como nave sin rumbo irá dando bandazos en su ciega singladura por el tenebroso mar de la ignorancia, sin saber de dónde viene ni adónde va, para naufragar finalmente en un océano de desesperación.

 

            El desconocimiento del verdadero objeto de la vida trae consigo el fracaso total. No solamente fracasa el hombre en cuanto a su felicidad individual, sino que fracasa también la felicidad colectiva de todos los pueblos.

 

            Y es así porque aquel desconocimiento es la causa de toda la miseria humana y en especial de las enfermedades.

 

            Vive el hombre de hoy tan entregado a los goces sexuales del momento, que bien poco o nada se preocupa por un futuro mejor, y raras veces llega a la abnegación de laborar por el bienestar y la dicha del prójimo.

 

            El hombre se convierte en una máquina sin control cuya marcha, buena o mala, por su definitiva detención y arrumbamiento, deja indiferente a la humanidad entera.

 

            El tecnicismo moderno penetra hasta lo más recóndito del ser humano y deja en él una final impronta convirtiendo a los hombres en simples robots.

 

            Al alejaros de Dios habéis perdido el control de vuestra propia existencia. El desconocimiento, o la voluntaria ignorancia de los gestos de la vida, es el principal culpable de la creciente impiedad que impera en este mundo.

 

         ¿Qué sería del hombre, y de todos los seres vivientes en general, si Dios privara a la naturaleza del poder que Él le ha dado?

 

            ¿Qué ocurriría si, por un momento, el sol dejara de alumbrar al mundo vegetal privándole de sus preciosos dones?

 

            ¿Y si la benéfica lluvia no aportara reconfortante influjo?

 

            ¿Y si desapareciera el oxígeno del aire?

 

            Sería sin duda una terrible catástrofe para todos los seres vivientes: hombres, animales y vegetales desaparecerían sin remisión.

 

            Pues lo cierto es que la mayoría de los hombres ni siquiera se dan cuenta de dónde se encuentran. Nos hallamos en calidad de inquilino en una propiedad que no nos pertenece.


            La Tierra, la naturaleza en medio de la cual se desarrolla nuestra existencia, todo esto pertenece a Dios, el Creador del Cielo y de la Tierra. Si el hombre está de paso, si es un inquilino de la Tierra, ¿cómo se atreve a destruir aquello que no es suyo?


            Un reconocimiento tal implica fe en las promesas divinas, el arrepentimiento por los errores cometidos y la adoración a Dios.

 

            La falta de fe, y la negativa a adorar a Dios y a reconocer su dominio sobre todas las cosas, demuestran que la humanidad no sabe dónde se encuentra, no sabe de dónde viene, ni sabe adónde va.

 

            Pues ahí está, que no sabe de dónde viene ni a qué ha venido.

 

            El hombre viene de Dios, y por la voluntad de Dios, a procrear y cultivar la tierra. Viene a amar a todos por igual y a ser amado por los demás. Por eso, os digo una vez más que sólo por el amor será salvo el hombre. El que no ama a los hombres no ama a Dios, y el que no ama a Dios está en contra de Dios. El que ama será amado y el que mata será perdonado, pero andará en la oscuridad escondiéndose con la cara baja y avergonzado durante esta y otras legislaturas.   

 

            Por lo tanto, ¿qué es el hombre?

 

         Pensad cómo sois cada uno de vosotros. Me gustaría que os mirarais en el mundo interior que hay dentro de vuestro cuerpo.

 

          Mirad qué mundo más perfecto ha hecho Dios para cada uno de vosotros y donde caben todos los hombres del mundo. Donde seríais felices. Este mundo es la maravilla de las maravillas y donde yo me maravillo de cómo es posible que esta gran grandeza esté instalada dentro de esta pobreza. Pero, por vuestro odio al querer salir por encima de los demás, y por vuestra torpeza, vuestro mundo es un mundo podrido, perdido, vacío y sin esperanza.

 

            Despertad y salid de la oscuridad, venid a la luz y no os perdáis más. La luz viene de Dios y yo soy la luz que brilla ante vosotros. Si permanecéis en la luz seréis muy felices en vuestro mundo y aún seréis más felices en mi mundo. Pues, os digo, “en mi mundo” porque yo vivo en este mundo, pero no soy de este mundo.

 

            Llevad mis palabras y mis enseñanzas por toda la Tierra y seréis mis discípulos, mis hermanos y mis amigos, y encontrareis la felicidad como la tengo yo.


            Sed felices desde ahora, haced por conocerme, pues si a mí me conocierais, también a mi Padre conoceríais. Y el que a mí me conoce, también a mi Padre conoce, pues mi Padre está en mí y yo en Él. Seguidme y no me abandonéis, porque os puedo hacer falta.