5 de mayo de 1991

 

 

S

i la humanidad entera creyera en mí, las enfermedades desde ese momento habrían desaparecido todas. Y lo digo aquí, y vosotros sois mis testigos: ¡todas! Excepto aquellas que sean espirituales, porque vosotros las habéis pedido. Solamente ésas, las demás todas se podrían eliminar, y no es eliminarlas, es que no las tendríais.

            Sí que esto es grande, y muchos os estaréis riendo, quizás, pero yo aún no me he muerto y me lo podéis echar en cara en cualquier momento. Y si no es en esta vida, en otra me lo echáis en cara, si eso no es cierto.

            Las enfermedades no las manda Dios, las mandáis vosotros mismos, os las producís vosotros mismos. ¿Quién hace las guerras? ¿Las hace Dios? Las hacen los hombres por no saber amar y no saber cómo llevar las naciones. Por el egoísmo, sí señor.