Bueno, hoy es el día en el cual VAIS A CONOCER LA VERDAD.

 

Os pido que guardéis el máximo silencio posible.

 

Poned toda vuestra atención y no saquéis juicios precipitados

de lo que vais a escuchar.

 

Primero, antes que nada, os voy a hacer unas preguntas,

preguntas que no quiero que me respondáis a mí,

sino a vosotros mismos.

 

¿Es malo creer en Dios?

 

¿Es malo que mediante la fe que habéis puesto en Dios

calme los corazones que están desesperados,

horrorizados, aterrados, doloridos y desengañados?;

 

tanto de niños, como de mayores y ancianos: por las guerras, opresiones, enfermedades e incomprensiones.

 

¿Es malo que le llene de esperanza?

 

¿Es malo que les lleve la alegría?

 

¿Es malo que les de ganas e ilusión para seguir viviendo

y que vuelvan a vivir felices?

 

Decidme: ¿es malo todo esto?

 

Hay mucha gente que todavía no sabe distinguir

entre los quehaceres de la materia y del espíritu.

 

Y hoy vengo dispuesto a aclararlo

, aunque de momento no me comprendáis del todo.

 

Empezaré diciendo que sí es verdad que Dios existe

y que Dios es Espíritu y el Espíritu no se ve a menos que sea su voluntad de hacerse ver.

 

Dios creó todas las cosas y Él quiere y ama a todas las cosas creadas por Él; pero hay que saber que cada una de esas cosas creadas son distintas y están hechas con un fin diferente.

 

Pues bien, vosotros decís que sois hijos de Dios,

pero la verdad es que el cuerpo que llevamos todos los seres humanos no es hijo de Dios, porque no es nacido de Dios mismo.

 

El cuerpo sí fue creado por la voluntad de Dios para servir de vehículo al espíritu.

 

Vuestro cuerpo está hecho de carne, huesos, sangre, agua...;

por eso es lógico que tengáis hambre y sed, frío o calor, así como ciertas enfermedades hasta llegar a dejar vuestro cuerpo para siempre.

 

Si fuerais hijos de Dios no enfermaríais nunca de ninguna enfermedad, ni moriríais nunca, ni os mataríais unos a otros; vosotros seriáis eternos como lo es Dios y sus hijos: los espíritus.

 

La verdad es que el cuerpo sin el espíritu no es hijo de Dios, os lo vuelvo a repetir: que el cuerpo está creado para procrear y cultivar la tierra, y para servir de vehículo al espíritu.

 

El espíritu sí es nacido de Dios para habitar el cuerpo.

 

Os lo explicaré de otra manera para que no hayan confusiones.

 

Lo que quiero decir es que el cuerpo por si sólo no es hijo de Dios, pero cuando un espíritu habita en él entonces sí forma parte del hijo de Dios.

 

Cuando os digo que Dios os hizo a su imagen y semejanza quiero decir que vosotros también lleváis un espíritu, y por eso ese espíritu que lleváis tampoco es visible a los ojos del cuerpo.

 

Os lo diré de otra forma.

 

Vosotros que tenéis hijos ya sabéis que los hijos que se tienen siempre sacan algún parecido a los padres;

pues el espíritu que lleváis no se ve, al igual que no se ve el de Dios, pero eso no quiere decir que vosotros también seáis dioses, porque si sois hijos no podéis ser vuestro padre.

 

Que lleváis parte de Dios: sí; pero nunca podréis ser Dios.

 

Acordaros que sois los vehículos de los hijos de Dios.

 

Los médicos no salvarán nunca a las personas de la muerte,

pues si así fuera no les dejarían morir.

Ellos deberían llamarse mecánicos de cuerpos humanos,

ya que ellos quitan piezas del cuerpo y ponen otras

y hacen marchar al vehículo.

 

Con el tiempo el vehículo, o sea el cuerpo, se lleva al cementerio, lo mismo que nosotros hacemos con los coches cuando son viejos y no hay otro remedio.

 

Mientras el espíritu es todo lo contrario que vuestro cuerpo; él no tiene nada de todo eso.

 

Los espíritus saben que Dios existe y que es el primero en todas las cosas. Los espíritus saben que ellos vienen de Dios, al cuál pertenecen; saben que ellos son después de Dios en todas las cosas.

 

Ellos saben que son los hijos de Dios porque de Él han salido y ellos saben que son eternos como Dios mismo.

 

Por eso os digo: Mientras que la mente no escuche las revelaciones del espíritu nada irá bien, porque la materia irá por un lado y el espíritu irá por otro.

 

El espíritu viene de Dios, nos da buenos consejos; pero la materia es muy distinta, pues es bastante que el espíritu de un consejo para que la materia lo rechace.

 

Pues os digo que no habrá hermandad, no habrá amor, mientras la materia no se deje llevar por el espíritu. Os voy a poner un ejemplo para que me comprendáis mejor.

 

Imaginar por un momento que vuestro cuerpo es un coche y vuestro espíritu el conductor que lo guía.

 

Pues bien, cuando vais en un coche tratas de llevarlo y guiarlo bien para que no se salga del camino que llevas, y mientras lo guías bien pues normalmente todo va bien; pero si sueltas las manos del volante y lo dejas a su aire lo más normal es que se salga de la carretera y se estrelle, llevándose tal vez a alguna persona por delante.

 

Pero el espíritu tiene que guiar y llevar a la materia por el buen camino, siendo constante: igual que el conductor de un vehículo para llevarlo al buen fin; porque de no ser así se echaría a perder arrollando lo que se le pusiera por delante, igual que ocurriría con un vehículo sin conductor.

 

El espíritu es blando en ocasiones al revelarle las cosas a la materia y la materia es tozuda como ella misma rechazando la mayoría de esas revelaciones.

 

¿Cuántas veces os ha revelado vuestro propio espíritu que debéis de creer en Dios...?

 

y después vuestra propia materia lo ha rechazado. Pues pensar que todavía estáis a tiempo; si vuestra materia os quisiera bien no trataría de engañaros. Dios es Único; después están sus hijos, o sea los espíritus; después el cuerpo humano.

 

ÉSTA ES LA GRAN VERDAD.

 

Por eso os digo y os lo repito una vez más: Debéis de saber que la materia es una cosa y el espíritu es otra.

 

Recordar que Dios hizo a la materia para que fuera un vehículo para poder transportar al espíritu; y vosotros los hombres hacéis vehículos para transportar al hombre.

 

¿Y qué quiero decir?

 

Pues que ese vehículo que lleva el hombre lo conduce por un tiempo, luego cuando ve que una pieza va mal se la cambia y así lo hace hasta que por fin lo tiene que llevar al desguace para comprar uno nuevo.

 

Pues Dios hace lo mismo, hizo al cuerpo para procrear y cultivar la tierra, y para ser el vehículo del espíritu.

 

Lo que quiere decir que Dios no se preocupa por el cuerpo;

Dios se preocupa por sus hijos y sus hijos son los espíritus.

 

Y por eso los espíritus no padecen hambre ni enfermedades.

 

Las personas nos creemos fuertes y sabios, y somos: ambiciosos, orgullosos y rencorosos; mientras el espíritu: que es fuerte, sabio y bondadoso; ni tan siquiera se deja ver para que la materia esté tranquila y crea que es dominadora de todo el mundo.

 

Daros cuenta del error de la materia.

 

¿Por qué pensamos en recoger tantos bienes?

 

¿Por qué la materia ha tardado tantos años y años para acoger a sus hermanos y ayudarse unos a otros?

 

Mirar que hasta los espíritus descarriados cuando se metían dentro de algún cuerpo y le hacían sufrir dándole malos consejos, cuando lo conseguían disfrutaban como cuando vosotros vais a una fiesta.

 

Pero tengo que deciros que a partir de hoy no se alegraran tanto cuando oigan mis palabras.

 

Porque ellos se alegran de hacer daño a la materia y creían que con eso hacían daño a Dios.

 

¿Lo habéis comprendido?

 

Es que quiero, todas las veces que sean..., pero yo quiero que no haya confusiones en éstas cosas.

 

(...) Claro, muy bien. Bueno, y resulta que son tan torpes... (Estos espíritus descarriados)...como la misma materia, por eso mismo os podéis dar cuenta de que cuando un espíritu daña a una materia, pues sólo ha hecho daño a ese vehículo, a ese vehículo que transporta al espíritu, pero no ha dañado al espíritu.

 

 

Lo leeré otra vez porque algunos que hacen unos gestos...; lo estoy viendo desde aquí.

 

Bueno, vamos a empezar otra vez. Mirar que hasta los espíritus descarriados cuando se metían dentro de algún cuerpo y le hacían sufrir dándole malos consejos, cuando lo conseguían disfrutaban como cuando vosotros vais a una fiesta.

 

Pero tengo que deciros que a partir de hoy no se alegraran tanto cuando oigan mis palabras. Porque ellos se alegran de hacer daño a la materia y creían que con eso hacían daño a Dios.

 

Y resulta que son tan torpes como la misma materia, por eso mismo os podéis dar cuanta de que cuando un espíritu daña a una materia, pues sólo ha hecho daño a ese vehículo que transporta al espíritu, pero no ha dañado al espíritu.

 

¿Lo habéis comprendido ahora? Por eso ese espíritu tomará un nuevo cuerpo como cuando vosotros cambiáis de coche.

 

Bueno, pues con esto termino diciendo: la paz del Señor sea con vosotros.

 

Es poquita cosa lo que os he dicho, me gustaría estar más tiempo, pero cuando lo vayáis comprendiendo os daréis cuenta de cuántos engaños y cuántas cosas habéis tenido que pasar, o hemos tenido que pasar.

 

Bueno, pues ahora a continuación...; no os lo digo, esperar un poquito. Resulta que yo cada año les daba a los apóstoles, les ponía..., ahora lo vais a ver; que me parece que tendréis que quitar esto, ¡eh! Me parece que sí, creo que sí, porque sino no se va a ver desde allí nada.

 

Y ahora voy a hacer lo que he hecho durante todos los años, ¿pero qué pasa?

 

Que el año éste pasado parecía que..., ya no era por tradición sino porque..., yo he querido siempre limpiarlos y tenerlos siempre pues para que pudieran enseñaros ellos mismos a vosotros y sobre todo pues para que os informaran bien.

 

Pero llevamos –como digo- un año y cuatro meses; y están desquiciados o como se quiera decir, porque entre ellos no hay un buen a... ¿cómo vamos a decir? José, dilo tú. No/no; si lo se, lo se. Bueno, pues puede pasar, pero no hay un avenimiento, hay un algo que a mi no me gusta y he querido... (Que ellos no lo saben, ellos no lo saben)...pero he querido venir aquí para limpiarles desde los pies a la cabeza para que a ver si se les van todas esas tonterías que tienen entre ellos.

 

Y claro, si ellos hicieran lo que yo hago..., yo siempre les he dicho: El que quiera sobresalir por encima de los demás está perdido. ¿Por qué no hacen lo que yo?; que siempre digo: Ojala pudiera vivir con los más pequeños entre los pequeños. Pues hoy les voy dar y les voy a hacer lo que otros años a ver si de aquí en adelante pues..., no hacen lo que ellos están haciendo.

 

No me gusta; parece ser que hay un algo como cuando vosotros tenéis varios hijos y los veis de niños y esos niños siempre están jugando, pero siempre riñendo. Y eso no me gusta; y a vosotros tampoco. Porque si yo les enseño a ellos es para que ellos os enseñen a vosotros y si ellos os enseñan mal luego las culpas van a mí.

 

Y no es que ellos van mal, es que vosotros también iríais mal. Pero espero que hoy, de hoy en adelante lo comprendan cómo lo han hecho hasta ahora. ¿Ya? Esto, voy a bendecir el agua para luego con esa agua bendecida lavarles los pies y con un beso mío, que es lo importante.

 

Conforme estoy bendiciendo el agua se está meneando toda el agua. No os voy a decir a todos porque no, pero si quieren por testimonios que suban dos o tres.

 

Dos o tres de los que no sean de aquí. El agua daba vueltas tras la bendición, pero sin salirse del recipiente.

 

Que sepan comportarse bien de aquí en adelante, enseñaros bien como yo les enseño a ellos.

 

Ahora espero que estén ya capacitados y hayan sido limpios desde los pies a la cabeza. Vamos a bajar.

 

Voy a darles (a ellos primero) la Comunión.

 

Y después aquellas personas, como se hizo el año pasado, que si tienen algún niño que tiene que tomar la Comunión porque está un poco..., en estado de mala postura, pues entonces que se acerquen ahora después de los apóstoles y por si se tiene que ir antes o alguna circunstancia pues que lo primero los enfermos, pero los niños o algún enfermo que vaya en carrito de ruedas y esté grave.