LA VERDAD

 

            La Obra más grande de todos los tiempos. Grande fue hace dos mil años, grande es, y aún la podemos hacer mayor.
 
El Rebollar, 3 de noviembre de 1991
 
S
i vosotros tratarais de ayudar a vuestros hermanos, aunque se os rían, como yo trato de hacerlo con vosotros… El mundo es muy grande, pero si a todos os gustara hablar la Verdad, si os gustara predicar como yo lo estoy haciendo con vosotros (y no pensarais nunca que se os van a reír), todo cambiaría dentro de pocos años. Porque yo también puedo pensar eso, y de hecho que ha ocurrido, algunos aunque estén callados pueden estar riéndose de mí, pero es que yo he venido a decir la Verdad, y cada uno puede hacer cuanto quiera.
            A mí me da igual que se rían, que no se rían; pero yo siempre os he dicho que nadie irá al Padre sino por mí. Por lo tanto, si se ríen ahora, llorarán después. Y no porque yo les vaya a hacer llorar, sino cuando se den cuenta que yo les estaba diciendo la Verdad y se estaban riendo de mí.
            Si yo os lo digo a vosotros, y vosotros no sois capaces de comentarlo en ninguna parte: yo os estoy ayudando, sí, pero: ¿y vosotros? ¿Qué es lo que ayudáis a los demás?

 

 Claro que yo lo haré con vosotros, y lo haré con todo el que pueda, para eso voy de un lado para otro. Pero, ¿cuántos viajes me ahorraría yo si vosotros, los que venís aquí y me oís, lo dijerais por otros sitios? Cuando todos lo supieran, todos vendrían.

 

Y, sin embargo, tengo que ir yo, de pueblo en pueblo, a hacerles saber (no lo que vosotros sabéis, porque hay que empezar un poquito más abajo), pero algo deben saber para que vengan aquí.


Bueno, hoy es el día en el cual VAIS A CONOCER LA VERDAD.Os pido que guardéis el máximo silencio posible. Poned toda vuestra atención y no saquéis juicios precipitados de lo que vais a escuchar.


            Primero, antes que nada, os voy a hacer unas preguntas. Preguntas que no quiero que me respondáis a mí, sino a vosotros mismos:

 

            ¿Es malo creer en Dios?

 

            ¿Es malo que, mediante la fe que habéis puesto en Dios, calme los corazones que están desesperados, horrorizados, aterrados, doloridos y desengañados, tanto de niños, como de mayores y ancianos, por las guerras, opresiones, enfermedades e incomprensiones?

 

            ¿Es malo que les llene de esperanza?

 

            ¿Es malo que les lleve la alegría?

 

            ¿Es malo que les dé ganas e ilusión para seguir viviendo y que vuelvan a vivir felices?

 

            Decidme: ¿es malo todo esto?

 

            Hay mucha gente que todavía no sabe distinguir entre los quehaceres de la materia y del espíritu. Y hoy vengo dispuesto a aclararlo, aunque de momento no me comprendáis del todo.

 

            Empezaré diciendo que sí es verdad que Dios existe y que Dios es Espíritu y el Espíritu no se ve a menos que sea su voluntad de hacerse ver.


            Dios creó todas las cosas y Él quiere y ama a todas las cosas creadas por Él. Pero hay que saber que cada una de esas cosas creadas es distinta y está hecha con un fin diferente.


            Pues bien, vosotros decís que sois hijos de Dios, pero la verdad es que el cuerpo que llevamos todos los seres humanos no es “hijo de Dios”, porque no es nacido de Dios mismo. El cuerpo sí fue creado por la voluntad de Dios para servir de vehículo al espíritu.


            Vuestro cuerpo está hecho de carne, huesos, sangre, agua... Por eso es lógico que tengáis hambre y sed, frío o calor, así como ciertas enfermedades hasta llegar a dejar vuestro cuerpo para siempre. Si fuerais “hijos de Dios” no enfermaríais nunca de ninguna enfermedad, ni moriríais nunca, ni os mataríais unos a otros. Vosotros seriáis eternos como lo es Dios y sus hijos los espíritus.

 

            La verdad es que el cuerpo sin el espíritu no es “hijo de Dios”, os lo vuelvo a repetir: que el cuerpo está creado para procrear y cultivar la tierra, y para servir de vehículo al espíritu.


            El espíritu sí es nacido de Dios para habitar el cuerpo.


            Os lo explicaré de otra manera para que no haya confusiones:

            Lo que quiero decir es que el cuerpo por si solo no es “hijo de Dios”, perocuando un espíritu habita en él entonces sí forma parte del Hijo de Dios.

 

            Cuando os digo que Dios os hizo “a su imagen y semejanza” quiero decir que vosotros también lleváis un espíritu, y por eso ese espíritu que lleváis tampoco es visible a los ojos del cuerpo.

 

            Os lo diré de otra forma: vosotros que tenéis hijos ya sabéis que los hijos que se tienen siempre sacan algún parecido a los padres, pues el espíritu que lleváis no se ve, al igual que no se ve el de Dios. Pero eso no quiere decir que vosotros también seáis dioses, porque si sois hijos, no podéis ser Vuestro Padre.

 

            Que lleváis parte de Dios, sí. Pero nunca podréis ser Dios. Acordaros que sois los “vehículos” de los hijos de Dios.

 

            Los médicos no salvarán nunca a las personas de la muerte, pues, si así fuera, no les dejarían morir. Ellos deberían llamarse “mecánicos de cuerpos humanos”, ya que ellos quitan piezas del cuerpo y ponen otras, y hacen marchar al “vehículo”. Con el tiempo, el “vehículo” (o sea, el cuerpo), se lleva al cementerio, lo mismo que nosotros hacemos con los coches cuando son viejos y no hay otro remedio. Mientras el espíritu es todo lo contrario que vuestro cuerpo, él no tiene nada de todo eso.

 

            Los espíritus saben que Dios existe y que es el primero en todas las cosas. Los espíritus saben que ellos vienen de Dios, al cual pertenecen. Saben que ellos son después de Dios en todas las cosas. Ellos saben que son los hijos de Dios porque de Él han salido. Y ellos saben que son eternos como Dios mismo.

 

            Por eso os digo: mientras que la mente no escuche las revelaciones del espíritu nada irá bien, porque la materia irá por un lado y el espíritu irá por otro.


            El espíritu viene de Dios, nos da buenos consejos. Pero la materia es muy distinta, pues es bastante que el espíritu dé un consejo para que la materia lo rechace. Pues os digo que no habrá hermandad, no habrá amor, mientras la materia no se deje llevar por el espíritu.


            Os voy a poner un ejemplo para que me comprendáis mejor: imaginad por un momento que vuestro cuerpo es un coche y vuestro espíritu el conductor que lo guía. Pues bien, cuando vais en un coche tratáis de llevarlo y guiarlo bien para que no se salga del camino que lleváis, y mientras lo guiáis bien, pues, normalmente, todo va bien. Pero si soltáis las manos del volante y lo dejáis a su aire, lo más normal es que se salga de la carretera y se estrelle, llevándose tal vez a alguna persona por delante.

 

            El espíritu tiene que guiar y llevar a la materia por el buen camino, siendo constante, igual que el conductor de un vehículo para llevarlo al buen fin. Porque de no ser así se echaría a perder arrollando lo que se le pusiera por delante, igual que ocurriría con un vehículo sin conductor.

 

            El espíritu es “blando”, en ocasiones, al revelarle las cosas a la materia. Y la materia es tozuda como ella misma rechazando la mayoría de esas revelaciones.

 

            ¿Cuántas veces os ha revelado vuestro propio espíritu que debéis creer en Dios y, después, vuestra propia materia lo ha rechazado? Pues pensar que todavía estáis a tiempo: si vuestra materia os quisiera bien no trataría de engañaros.


            Dios es Único. Después están sus hijos, o sea, los espíritus. Después el cuerpo humano. ÉSTA ES LA GRAN VERDAD.


            Por eso os digo y os lo repito una vez más: debéis saber que la materia es una cosa y el espíritu es otra. Recordad que Dios hizo a la materia para que fuera un vehículo para poder transportar al espíritu, y vosotros, los hombres, hacéis vehículos para transportar al hombre.

 

            ¿Y qué quiero decir? Pues que ese “vehículo” que lleva el hombre lo conduce por un tiempo. Luego, cuando ve que una pieza va mal, se la cambia y así hace hasta que por fin lo tiene que llevar al desguace para comprar uno nuevo.

 

            Pues Dios hace lo mismo: hizo al cuerpo para procrear y cultivar la tierra y para ser el vehículo del espíritu. Lo que quiere decir que Dios no se preocupa por el cuerpo; Dios se preocupa por sus hijos y sus hijos son los espíritus.


            Y por eso los espíritus no padecen hambre ni enfermedades. Las personas nos creemos fuertes y sabios, y somos ambiciosos, orgullosos y rencorosos.Mientras, el espíritu, que es fuerte, sabio y bondadoso, ni tan siquiera se deja ver para que la materia esté tranquila y crea que es dominadora de todo el mundo.Daros cuenta del error de la materia.

            ¿Por qué pensamos en recoger tantos bienes? ¿Por qué la materia ha tardado tantos años y años para acoger a sus hermanos y ayudarse unos a otros?

 

            Mirad que hasta los “espíritus descarriados” cuando se metían dentro de algún cuerpo y le hacían sufrir dándole malos consejos, cuando lo conseguían disfrutaban como cuando vosotros vais a una fiesta. Pero tengo que deciros que a partir de hoy no se alegrarán tanto cuando oigan mis palabras. Porque ellos se alegran de hacer daño a la materia, y creían que con eso hacían daño a Dios. ¿Lo habéis comprendido? Yo quiero que no haya confusiones en estas cosas.

 

            Bueno, y resulta que son tan torpes (estos espíritus descarriados) como la misma materia, por eso mismo os podéis dar cuenta de que cuando un espíritu daña a una materia, pues sólo ha hecho daño a ese “vehículo”, a ese “vehículo” que transporta al espíritu, pero no ha dañado al espíritu.

 

            ¿Lo habéis comprendido ahora? Por eso ese espíritu tomará un nuevo cuerpo como cuando vosotros cambiáis de coche.

 

            Bueno, pues con esto termino diciendo: la paz del Señor sea con vosotros. Es poquita cosa lo que os he dicho, me gustaría estar más tiempo, pero cuando lo vayáis comprendiendo os daréis cuenta de cuántos engaños y cuántas cosas habéis tenido que pasar, o hemos tenido que pasar.

 

Domingo 29 de abril de 2001

Casa de Cultura de Sagunto, 10 de marzo de 1991

 

¿Q

ué es la Verdad?

La Verdad la voy a ir diciendo poco a poco. Y esta Verdad tienen que saberla todos los hombres, tanto en el presente, como en el porvenir.

 

            Hay muchas cosas que se deberían haber dicho hace mucho tiempo, y hoy no estaría el mundo como está y las almas tan atrasadas como se encuentran hoy en día.


            Nadie ha querido decir nada. Y es que tal vez no lo sepan, porque yo hace un año, o año y medio, cuando oí decir al Papa (ya veis que os estoy diciendo la máxima representación de la religión aquí en la Tierra), a todos los peregrinos que le seguían, que había que seguir buscando la Verdad y que él también lo haría…

 

            A mí, en verdad os digo, me entró una tristeza muy grande. Porque vosotros pensad: cómo toda una vida estudiando sobre la religión, desde sus principios hasta ahora, y ya casi al final de una vida que no se encuentre la Verdad, que no se sepa dónde está esa Verdad… Eso debéis comprender que es una pena: ¿de qué tanto estudiar y para qué?.. ¿Para qué?.. Para no saber nada. Y claro, es una cosa normal que no se sepa, porque el que ha escrito un libro, los que vienen detrás aprenden de él, y el otro también, y así va sucediendo, y no debería ser así.

 

            Las religiones del mundo deberían hacer otra cosa muy diferente: servir solamente a un Señor y no servir, como se sirve, a dos, a tres o a cuatro… Es mucho mejor pedirle a Dios en espíritu y en verdad para el bien de sus hijos, para el bien de sus hermanos y para el bien de la humanidad. Y un día u otro, en un momento u otro, Dios les revelaría lo que haría falta, o lo que haga falta, para instruir a la humanidad.


            Pero no, solamente es “en el libro”… Entonces, ¿cómo nos van a convencer a nadie de que estas personas están creyendo lo que predican?.. Yo no veo que lo crean, porque si creyeran amarían a Dios sobre todas las cosas y no se irían a ninguna otra parte.

 

            Una vez que ya estén haciendo todo eso, verían lo que se les da, se abrirían todas las puertas y, entonces, os enseñarían como yo lo estoy haciendo ahora.Pero, ¿cómo se puede predicar la palabra de Dios y luego se escandalizan cuando oyen decir que ha venido uno en el nombre de Dios?.. Se escandalizan.


            La Verdad tiene que prevalecer como la luz que nos alumbra. Y ahí vosotros, y creo que el mundo entero, siempre (y hoy mismo se ha dicho y se dice), que la Verdad es la Biblia. Pero, al abrir la Biblia, a mí también me extraña que con tantas religiones, con tantas personas de estudios: ¿cómo no os habéis dado cuenta de toda la verdad y la mentira? ¿O es que yo tenía que venir para, poco a poco, ir haciéndoos ver la verdad y lo que es la mentira?


            Al mismo abrir las páginas, la primera página, dice que Dios hizo el Cielo y la Tierra. Cierto es. Pero dice que antes la Tierra estaba confusa y no había más que tinieblas y que el espíritu de Dios se cernía sobre las aguas. Pero, “si el espíritu de Dios se cernía sobre las aguas”, es que las aguas estaban hechas antes que Dios, por lo tanto, eso no está muy claro.

 

(La grabación se corta y comienza en otro punto de la charla)

 

            Bueno, cuantos quisieran coger, pero sí les dijo que de este árbol no comieran, porque era el árbol de la vida, era el árbol del bien y del mal. Se quedó todo claro y de acuerdo. Pero mira por donde vino, según dice la Biblia, la serpiente y engañó a Eva, porque le dijo:

 

            “–¿Es que Dios no os deja comer fruta de este huerto?”

 

            Dice:

 

            “–Sí, hombre, toda la que queramos. Pero, menos de este árbol.”

 

            Entonces, la serpiente dijo:

 

            “–Claro, es normal, si tú comieras de ése, serías tan sabedora, tendrías tanta sabiduría y tanta grandeza como Él.”

 

            Y Eva cogió esa manzana, la cogió y vio que estaba buena y siguió comiendo. También, como sabéis, le dio a Adán. Y ya que habían comido, pues Dios se dio cuenta y los llamó. Y les dijo que ella tendría más dolores cada vez que fuera a dar a luz una criatura. Y a él, pues que con su sudor tendría que comer ya toda su vida y que (normalmente, claro), iba a sembrar trigo e iba a recoger espinas y abrojos. Cosa que nosotros, hoy en día, creo que no se coge.

 

            Pero yo os digo a vosotros: ¿vosotros podéis mostrarme a mí que la serpiente haya hablado, alguna vez, a alguna persona?.. Entonces, ¿qué pasa? Nos han tenido engañados. ¿Quién fue quien escribió la Biblia? Si la serpiente no ha hablado nunca, no puede hablar. Un animal puede que, enseñándolo, te diga: “no” o “sí”, “ah”, “pu”, pero ¿una conversación? Y, además, que salga de ella (la serpiente), porque ella no tiene espíritu.

 

            Entonces, ¿cómo es que la serpiente habló tan claramente y engañó a una persona que ya Dios le había advertido que no comiera?

            (…) Bueno, pues nos pasamos, como digo, a otra hoja más adelante. Resulta que Caín y Abel eran dos hermanos, porque Eva no tuvo más (hijos) y claro, eran esos dos. Y ahí está la gran mentira de las mentiras. (Yo lo tengo que decir así, luego vosotros abrís la Biblia, lo leéis, y hacéis cuanto queráis). Pero yo, si he venido (comprendedlo así), a deciros la Verdad no me puedo ir de este mundo sin deciros la Verdad.


            Entonces, cuando Caín había matado a su hermano, Dios le llamó y le dijo:

 

            “–¿Dónde está tu hermano?”

 

            Él dijo:

 

 

            “–¿Acaso soy yo su pastor para estar detrás de él?”

 

            Entonces, Él le hizo saber que la sangre de su hermano desde la tierra proclamaba clemencia y Él le había oído. Entonces, Dios le dijo que como había matado a su hermano lo iba a desterrar de allí y, por supuesto, le iba a hacer una cruz en la frente para que fuera por los caminos, o allá por donde se encontrara, a la población que fuera, nadie saliera y le hiciera nada. Porque si salía (él ya se lo había dicho), él antes le había dicho:

 

            “–Muy fuerte me has juzgado. Cuando vaya por algún sitio y se enteren de que yo he sido así, a mí me matarán.”

 

            Y por eso Dios le hizo esa señal en la frente.

 

            Y yo os pregunto, otra vez, a vosotros: si estaba Adán y Eva, y de los dos hermanos murió Abel, solamente quedaba Caín, ¿quién iba a salir a los caminos a matar a Caín? Si no había nadie, ¿cómo dice él que lo iban a matar, o Dios le hizo la señal para que no lo mataran? ¡Si no había nadie más! Eran los primeros, ¿cómo dice que había más gente?

 

 

  Vosotros no lo podéis comprender, claro, yo tampoco. Porque la realidad es que todo era una mentira y sigue siendo una mentira.

 

            No tengo miedo, y si hay aquí alguno… porque parece que a vosotros os veo un poco (nerviosos)… Si hay algún sacerdote, si está un obispo, quien sea, a mí me tiene que responder la Verdad… y no se puede, porque la Verdad os la estoy diciendo yo.

 

            ¿Dónde están las personas que querían matar a Caín, si no había más? Y entonces, ¿con quién se casa? Y tuvo hijos, pero hijos solo. Pero es que aquellos hijos también se casaron con mujeres. ¡Si no había!

 

            Vosotros os estaréis dando cuenta que todo es una mentira, ¿no?

 

            Y esto, ¿por qué no se os ha dicho antes? Lo primero de todo es lo de la reencarnación, después decir que la Biblia está escrita por unos señores que la escribieron a su manera, que no tenían ni idea de nada. Pero que, bueno, que todos hemos creído por aquello de tener fe en la Palabra de Dios, porque la Biblia dice: “Palabra de Dios”. Así está la cosa.

 

            Si queréis que vaya más, me voy allá, cuando a Noé y cuando el diluvio. Porque daros cuenta: ¿para qué tiene que mandar Dios un diluvio cuando solamente hay unas generaciones que son los nietos de Caín? ¿Qué podría haber, 50 personas? Aunque hubiera habido 200, pero que no pasaban de 50.

 

            Para 50 personas, ¿vosotros creéis que tenía que venir un diluvio cuando normalmente era un pueblecito, menos que una calle de las que hay en este pueblo? Ya no había más pueblos. ¿Para eso tenía que venir un diluvio?

 

            No os quiero seguir “atormentando” porque estaría toda la tarde, de hoja en hoja, diciéndoos y sacando todo lo que hay.

 

            Yo, tal vez, me sienta un poco cohibido, digamos, en haceros ver la Verdad. Pero es que, si yo el día 31 de marzo me tuviera que marchar, por una u otra razón, y no volver a veros más, yo no sería feliz donde me encontrara por no haberos dicho la Verdad. Porque yo en el nombre de Dios he venido a decírosla, y a mí ya no me importa que haya aquí quien tenga que estar, o no esté, la cuestión es que yo digo lo que tengo que decir.

 

            Y el que quiera, vuelvo a decir, que puede subir aquí y decirme que no es cierto. Yo escucho a todos buenamente.

 

            Si una vez que vosotros cojáis las Biblias, que saquéis en conclusión lo que yo os estoy diciendo, entonces sois libres, como lo sois ahora, de hacer cuanto queráis. Yo sé que dentro, aquí mismo, pues estáis personas que podéis pensar:

 

            “–¿Esto..? ¡Menudo lío nos está armando! Yo, mira, mis padres ya creyeron en esto. Mis abuelos también. Y ¿cómo dice ahora..? No entiendo esto”.

 

            Aunque sea en el último momento de vuestra vida, si sabéis la Verdad, os iréis conformes y contentos. Si os vais en una duda, pues no solamente os vais en esa duda, sino que la dejáis también a vuestros hijos.

 

            Después, cuando yo acabe de hablar, ruego que, si alguno no lo ve claro, que venga y me lo diga. No es que yo voy a criticarle, voy a hacerle ver el porqué.

 

            (…) Yo quisiera saber a quién llaman, o llamáis, “santo”Porque con esto la religión se está olvidando muchísimo de Dios, y creo que vosotros también. Porque la mayoría de vosotros estáis siempre yendo a la iglesia a ver un santo o a ver a la virgen. Y el clero, los sacerdotes, el obispo... compran esto para tener más valor.

 

            (…) Lo he demostrado allí en El Rebollar. Y, ¿cómo iba a hacer yo en el nombre de mi Padre, cómo iba a decir yo estas palabras y a hacer lo que se está haciendo, si no estuviera seguro de lo que estoy diciendo? Yo os tengo que ir, poco a poco, demostrando lo que he aprendido de mi Padre. Tengo que deciros lo que he visto y lo que he oído. Y, poco a poco, os lo iré explicando a todos.

 

            (…) Pero una cosa: sí que podéis estar seguros de que yo he venido a perdonar, pero no a vosotros, sino a todo el mundo. Por esto, cuando tropecéis con una persona, aunque esa persona os haya hecho daño, aunque haya hablado mal, aunque sea vuestro más mortal enemigo: perdonadle como yo os he perdonado a vosotros. Y os perdonaré cuantas veces sea menester. Pero, ojalá, que no tropecéis nunca, y menos dos veces, en una piedra.

 

            Yo quisiera que vosotros, que todosvosotros colaborarais para el bien de nuestro Padre y para bien vuestro. No se tardará mucho que os deis cuenta de la Verdad.

 

            Recordad a Lucía y a aquellos pastorcillos que hace tanto tiempo en Fátima se les apareció la virgen. Ella ya ha dicho que se ha cumplido dos cosas (lo habréis oído alguno por la radio o por otro sitio), y la otra no la quiere desvelar aún porque la otra es mucho más grande. Pues pensad que ya sabéis lo que es. Porque yo os tengo que decir que yo soy la luz del mundo y que yo he venido a lo que tanto vosotros deseáis. He venido a enderezar esos caminos torcidos y todos los caminos serán enderezados. Todo camino o valle será rellenado. Vuestros corazones serán limpios y vuestro espíritu será purificado. Porque para eso un día bajé aquí a la Tierra en el nombre de mi Padre.

 

            Yo no quiero dejar en mal lugar ni a Dios ni a vosotros, pero no os escandalicéis también cuando oigáis decir que el Hijo de Dios está en la Tierra.Venid a mí, más bien, con humildad y con amor. Y, donde os pongáis a hablar, decid: “el Señor está con nosotros”. Y recordad que aunque yo me fuera el día 31, y no me volvierais a ver, yo os seguiría queriendo. Y os seguiría queriendo porque yo siempre os he amado, y hoy os quiero y siempre os querré.


            Por lo tanto, cuando necesitéis algo, no es menester que llaméis ni a mi casa ni a ninguna parte, sino que mi espíritu oye todas las cosas que pidáisSi las pedís con fe, y si es justo lo que pedís: allí me encontraré. Y si alguna cosa no se puede hacer, sabéis que tantas veces os he dicho que, tal vez sea porque antes se había pedido y no es necesario quitar esa enfermedad.

 

            Pero una cosa sí os voy a decir: que nunca deseéis nada malo a nadie. Aprended de mí. Tomad mi ejemplo. Perdonad al más enemigo que tengáis. Así es como podéis ir evaluándoos para en otra vida no tener que estar aquí donde tantas y tantas veces se ha dicho que cada persona que muere va a ser llevada al cielo o quemada con azufre. Eso no ha ocurrido ni va a ocurrir. Esto si no lo supiera, no lo diría. Ni nada de lo que os digo. No lo diría si no lo supiera cierto.

 

            Vuelvo a repetiros una vez más que, pase lo que pase, yo no tendré nunca nada en contra de vosotros, al contrario, siempre estoy a vuestro servicio para todo aquello que esté en mi poder.

 

 

Palma de Mallorca, 14 de junio de 2003

 

P

orque una cosa es que se esté trabajando por lo malo; esa persona ya tiene que ir escondiéndose, tiene que ir con la cara tapada, tiene que ir dando la vuelta por cada esquina, tiene que ir corriendo… ¡No como yo y como vosotros! No tenemos por qué ir a ningún sitio: estamos diciendo la verdad. Y es lo que queremos. Y es lo que necesitamos. Es nuestro alimento.

 

            Como, por ejemplo, un niño que he visto correr esta mañana y le decía a su madre: “¡Mamá, que yo ya no tengo miedo, que míralo! ¡Desde ahora mismo yo ya no tengo miedo! ¡Ya puedo montar en el avión!” Pues mira si es poco bonito: un niño como los que están ahí. ¿Por qué no tiene miedo? Porque ha visto que no le puede pasar nada. Porque sabe con quién va. Y eso, partiendo ya de un niño de una corta edad es bonito, no para él, sino para todos.